El Jardín Botánico Marimurtra, el jardín botánico de la Costa Brava, es un lugar privilegiado en el que disfrutar de la riqueza de su patrimonio botánico, arquitectónico, paisajístico, cultural y humano. Un paraíso del mundo vegetal que gracias a su contexto geográfico guarda una estrecha relación con la mar Mediterránea.
Marimurtra tiene una extensión de cuatro hectáreas divididas en tres jardines: el subtropical, el templado y el mediterráneo. Poseen un gran número de plantas correspondientes a más de 4.000 especies vegetales de cinco continentes así como un buen número de ejemplares extraordinarios por su edad, dimensiones o rareza. La belleza propia de las plantas y las vistas espléndidas al mar y a la Costa Brava hacen que 100.000 visitantes anuales se maravillen de esta gran obra.
El elemento arquitectónico más singular del jardín es el Templete de Linné, sin duda uno de los rincones más bonitos de la Costa Brava con una exclusiva ubicación en la primera cala de la Costa Brava, Sa Forcanera. Pero el Jardín está lleno de rincones sorprendentes como la Pérgola, la escalinata de Pius Font i Quer, la Caseta de los Guardias, etc.
El Jardín fue declarado Bé Cultural d’Interès Nacional por la Generalitat de Cataluña y en 2009 recibió la Cruz de Sant Jordi. Es también miembro de la Asociación Íbero-Macaronésica de Jardines Botánicos entre otras asociaciones de temática cultural, medioambiental, científica y botánica.
El Jardín Botánico Marimurtra es el único jardín botánico de la Costa Brava y uno de los dos únicos jardines botánicos de Cataluña (juntamente con el de Barcelona). Además, es el único de gestión privada. Es también el jardín científico en activo más antiguo de Cataluña.
Porqué es un museo vivo que cumple con las siguientes funciones:
INVESTIGAR
CONSERVAR Y CATALOGAR
HACER DIFUSIÓN DE LA BOTÁNICA
¿Una boda sobre el mediterráneo rodeada de una arquitectura romántica y una vegetación singular? En Marimurtra es posible. El Jardín Botánico Marimurtra es un es un espacio privilegiado, singular, único e idílico en el que celebrar el día más especial de vuestras vidas.
Disponemos de diferentes espacios al aire libre en los que celebrar vuestro evento exclusivo en un entorno natural envidiable:
• El Templete de Linné, símbolo de la arquitectura romántica de la Costa Brava. Ubicado en los primeros acantilados de la mar más brava junto a la cala Sa Forcanera, se encuentra el paraje natural donde daros el ‘sí quiero’ rodeado de un entorno privilegiado para compartirlo con vuestros invitados más especiales.
• Plaza de Lloret y plaza de Goethe: ¿os imagináis sentir el Mediterráneo como nunca lo habíais sentido? Pues estáis en el lugar y el momento perfectos para saborear el momento aperitivo.
• Plaza de Tossa: ¿año greenery? ¡Nos encanta que lo sea! Porque en Marimurtra todo el entorno es del color neutral de la naturaleza. Y si la fórmula ideal es sentir el color verde refrescante con el azul de la brisa mediterránea, en éste enclave podréis vivir el momento que os dejará sin aliento: el esperado banquete de la mano de nuestros catering profesionales.
Marimurtra se extiende como un gran jardín salvaje dedicado al reino vegetal. Las cuatro hectáreas que lo conforman están divididas en tres jardines de características diferentes, un gran jardín que aloja en su interior otros jardines. Cuesta imaginar que en un único espacio como Marimurtra se puedan disfrutar de diferentes sensaciones y experiencias, pero en este privilegiado rincón de la Costa Brava es posible.
Estos jardines con especies de todo el mundo nos permiten viajar a pequeños rincones como la pérgola selvática, el bosque musical de bambús de Oriente, áridas extensiones de América, rincones de Australia, y muchos otros reinos florales. Es por eso que Marimurtra es una localización ideal para realizar rodajes, sesiones fotograficas, catálogos de moda o de producto comercial.
Marimurtra ofrece una inmensa variedad de escenarios, todos ellos únicos y privilegiados por su perfecta ubicación. Gracias a su diversidad, el Jardín Botánico de la Costa Brava es un lugar ideal para celebrar reuniones de empresa o comerciales. Un ambiente diferente, relajado y paradisíaco perfecto para romper la rutina y en el que celebrar tu evento empresarial.
Cada verano, el Jardín Botánico Marimurtra acoge un festival musical propio. Les Nits de Marimurtra son la ocasión perfecta para disfrutar del escenario más espectacular y emblemático de la Costa Brava, el Templete de Linné. Éste es un festival mediterráneo exclusivo con una oferta lúdica, cultural y musical diferenciada principalmente por su ubicación y por una programación musical hecha con mucho esmero. Les Nits de Marimurtra consisten en conciertos de pequeño formato, con un aforo exclusivo y limitado, donde se crea una atmosfera de proximidad única y singular.
Se puede encontrar más información sobre Les Nits de Marimurtra en: nitsmarimurtra |
El joven Carl Faust llegó a Cataluña con tan solo 23 años de la mano de la empresa de maquinaria Körtin Hermanos, dedicada a las tuberías y la grifería. Lo eligieron por su formación administrativa, comercial y conocimientos de español, francés e inglés, además de por sus ganas de comerse el mundo. Provenía de Frankfurt y era el hijo mayor de una familia no rica pero sí acomodada, representante de la nueva Alemania liberal surgida de la unificación promovida por el canciller Bismarck unos años antes.
Enseguida Faust demostró que la elección había sido acertada, convirtiéndose, con el tiempo, en gerente de la filial española de la empresa, Körting Hermanos. Pero pocos tenían conocimiento que, aunque se desenvolvía de un modo excelente en el mundo de los negocios, el joven alemán se sentía más bien atraído por las plantas y los insectos, por el mar y los bosques, por un interés científico por la naturaleza que le rodeaba. Lo sabía desde pequeño: podemos trazar en su epistolario que, cuando se encontraba ya en el tramo final de vida, de vez en cuando le gustaba recordar las conversaciones con su abuelo, un hombre afectuoso, amable y depositario de la sabiduría popular de los campesinos de la región. Faust quedaba embelesado cuando le oía cantar baumlieder o canciones de bosque, con un cigarro en la boca y una copa de su propio vino en la mano. O bien que, cuando tenía solamente diez años, un trabajo suyo sobre la mariposa de la col fue escogido como el mejor de toda la escuela, recibiendo la felicitación de su maestro.
Faust se sintió seducido por su país de acogida en muy poco tiempo; y, de hecho, ya no lo abandonaría más. Aquí prosperó, hizo amistades y arraigó de tal modo que, con los años, diría que se sentía más de aquí que de Alemania. Esta integración se hizo más patente a partir del momento en que, junto con otro compatriota, Wilhelm Kammann, decidieron establecerse por su cuenta y fundaron en Barcelona, en 1908, la empresa Faust y Kammann, todavía existente hoy día, dedicada a la tubería, calefacciones y sistemas de fluidos.
A partir de ese momento podemos seguir cómo el ya treintañero Faust se implica decididamente en la vida social y cultural de Barcelona, primero, y de Cataluña, después. Será miembro de muchas de las numerosas entidades culturales alemanas con sede en la ciudad condal, participará en actos deportivos, será uno de los primeros socios del Club Natació Barcelona (llegando a ser directivo de la entidad por un corto plazo de tiempo), será apadrinado para entrar en el Centre Excursionista de Catalunya, se hará socio del Futbol Club Barcelona, entrará como miembro en el distinguido Círculo Ecuestre… En todos estos ámbitos irá conociendo a personajes destacados de la nutrida colonia alemana de la ciudad, del mundo del deporte y la cultura, entre los que formará un grupo de amigos con los que compartía veladas musicales y literarias en su piso de la calle Salmerón, hoy en día Gran de Gràcia.
Fue durante esta etapa que descubre el país, compartiendo excursiones con otros amigos en los Pirineos, resigue la costa, columbra la Cataluña central. Y encuentra su lugar ideal en Blanes, donde empieza la Costa Brava, donde los primeros acantilados emergen de un mar que quiere entrar tierra adentro y los golpea a veces con furia, mientras que otras sencillamente parece que los masajea. Ahí, en 1918, decide emprender su gran proyecto: comprar unos terrenos que sirvan para plantar un jardín botánico que aparezca como un refugio a los científicos y estudiantes que en la Europa Continental, debido al clima, no pueden estudiar fehacientemente la flora de climas tropicales y áridos.
Aquello que hasta ese momento eran solo antiguas vides y carrasqueras tendría que desarrollarse hasta convertirse en una república epicúrea de biólogos, como contó a su amigo y eminente botánico Josep Cuatrecasas en una carta fechada en enero de 1938. Y a esta dirección encaminó su existencia, conocimientos y recursos desde que, a mediados de los 20, tomó la decisión de jubilarse y centrarse casi de modo exclusivo al diseño, construcción, plantación y mantenimiento del jardín, al que puso de nombre Marimurtra, eso es, Mar y Mirto, símbolo de la unión entre la flora mediterránea y el propio mar.
No escatimó ni esfuerzos ni dinero en ello. En 1921 empezaron las obras para construir su casa y biblioteca (una biblioteca que iría engrosando con obras contemporáneas y antiguas hasta el fin de sus días y que era envidia de muchos), diseñadas por el reconocido arquitecto Josep Goday, pero el auténtico cambio fue la llegada del suizo Zenón Schreiber, un prometedor paisajista y jardinero que, al mando de 4 o 5 hombres proporcionados por un constructor local, Pepito Burcet, trabajaron durísimo los siguientes cuatro años para adecuar el espacio. Movieron toneladas de piedra desde la cantera situada en un extremo de la propiedad –cantera que con el tiempo acabó reconvertida en un magnífico estanque, hoy parte de la ruta que se puede efectuar por el jardín– hasta la entrada de la finca, donde construyeron una rocalla que aún a día de hoy resulta impresionante; trabajaron el terreno para que se pudiera plantar como es debido y pudieran mantener los caminos; abonaron con estiércol llegado a Blanes en vagones de tren, debido a la cantidad necesaria… una tarea ingente que luego permitiría al sucesor de Schreiber, el entonces todavía desconocido Guillermo Narberhaus, planificar las zonas y ordenar qué plantar en cada sitio. Narberhaus, quien también arraigó en Cataluña, se convirtió en uno de los mejores paisajistas del país y tuvo la misión de dar coherencia y consistencia al proyecto de Marimurtra.
Mientras tanto, Faust se fue empapando de conocimiento botánico, científico y taxonómico. Empezó a leer mucho, a relacionarse con los principales especialistas del país (pocos, por cierto), a establecer contactos internacionales. Entabló una buena amistad con Pius Font i Quer, pionero en el estudio sistemático de la botánica en Cataluña con una voluntad modernizadora, y a través suyo contactó con Josep Cuatrecasas, Miquel Aldrufeu o Carles Pau. Y fue también entonces cuando conoció a reconocidos expertos a nivel europeo: Walter Kupper, Erich Wedermann, Gustav Senn, Oscar Burchard, Robertson Prowschosky, Friedrich Wettstein… y a Josias Braun-Blanquet, un suizo establecido en Montpellier que le abrió una ventana de oportunidades con el modelo que suponía su Station Internationale de Geobotanique de la Flore Méditerranée (SIGMA). La SIGMA sería el modelo que acabaría tomando Faust cuando las cosas se pusieron feas y quiso salvar su jardín de los desmanes políticos que se produjeron durante la Guerra Civil Española, pero con la previsión de que el peligro pudiera venir, también, de su Alemania natal o incluso del comunismo.
Si bien Marimurtra fue respetado durante el conflicto bélico –administrado por el gestor de Faust y Kammann Empresa Colectivizada y vigilado y cuidado por Aldrufeu, Burcet y el entonces jardinero, el sueco Erik Svensson–, la posibilidad de que su obra, que ya había empezado a tomar forma con tres zonas bien diferenciadas y unos miles de especies plantadas, fuera incautada por quien fuera y se perdiera, le hizo actuar y constituyó en Ginebra una Fundación con representación de distintas sociedades botánicas y de historia natural europeas que se corresponsabilizaran de la suerte del jardín y de sus bienes: nacía la Estación Internacional de Biología Mediterranea. Un Patronato debería gestionar su legado cuando él no estuviera, y quizás así también se evitaría una confiscación al ser una propiedad internacional.
Su lucha, finalizada la Guerra Civil, fue lograr la legalización en la España franquista y autárquica de su Fundación, cerciorar el apoyo del estado con la inclusión de un par de sociedades del país, y comprometer en la dirección del Patronato a la totalidad de sus miembros. Sin descuidar, claro está, el día a día de un jardín que no podía permitirse tener otra figura abanderada de la botánica al frente y que tenía que conformarse con un par de hombres que trabajaran de sol a sol para mantener firme toda la labor hecha hasta el momento. No obstante, hubo un momento en que Faust, que desde 1939 se había instalado ya definitivamente en Blanes e iba todos los días a Marimurtra, se quedó solo con uno de ellos: Avelino Rabassa, un hombre luchador, terco y destripaterrones que hizo maravillas en una etapa del jardín ciertamente dura.
Faust murió en abril de 1952, con 78 años. Los últimos años de su vida se había sentido tremendamente angustiado, justamente, por el futuro del jardín, pero se fue quizás con el convencimiento de que aquella gran obra magna suya tendría continuidad.
Pero también es cierto que no desaprovechó las oportunidades que tenía para seguir engrosando su biblioteca; para dar apoyo a figuras que después resultaron auténticas autoridades en sus campos (el caso más paradigmático sería el de Ramon Margalef, uno de los pilares de la ecología marina a nivel mundial); para aconsejar a instituciones y particulares; para conseguir que el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) abriera sede en Blanes al proporcionar terrenos, contactos y formación a investigadores; y finalmente para crear una nueva fundación en 1951, ésta según la legalidad española del momento, que sería heredera de su proyecto e idealismo.
Carl Faust es un ejemplo de la figura del mecenas científico que tan poco se ha visto reconocido en nuestro país. Fomentó la botánica sin ser botánico; las publicaciones sin ser ni escritor ni editor; las relaciones internacionales sin ser diplomático; la ciencia sin ser científico; la formación de investigadores sin serlo tampoco él. En una ocasión recogió un par de citas de su bien amado Goethe, quien ya había mirado hacia al sur en la conocida obra Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, de donde Faust tomó unos versos que mandaría dejar plasmados en la plaza que lleva el nombre del romántico alemán. Las citas goethianas decían que <<quiero a quienes quieren lo imposible>>; y <<dadnos sobre la tierra un espíritu firme y un buen ánimo y os dejaremos, ¡oh dioses! vuestro cielo allí arriba>>. Una manera muy faustiana, también, de entender el mundo.